La educación transformadora como impulsora de la justicia social

El tema para el Día mundial de la justicia social 2020, el 20 de febrero, es “Cerrando la brecha de la desigualdad para lograr la justicia social”. Hoy en día somos testigos de cómo se amplía la brecha de la desigualdad en todo el mundo, donde, desgraciadamente, se ha permitido que coexistan dos mundos, uno de extrema pobreza, y otro de extrema riqueza, con un devastador coste humano que afecta negativamente sobre todo a mujeres y niñas. El reciente informe de Oxfam reveló que el 1% más rico del mundo tiene más riqueza que 6900 millones de personas. ¿Puede una educación transformadora abordar el desafío de la desigualdad y promover la justicia social?

La educación transformadora es una metodología educativa que implica la reconstrucción de la realidad social mediante un diálogo significativo, mientras que, de acuerdo con la definición de las Naciones Unidas: “La justicia social es un principio subyacente para una coexistencia pacífica y próspera dentro y entre las naciones. Defendemos los principios de la justicia social cuando promovemos la igualdad de género, o los derechos de los pueblos indígenas y los migrantes. Hacemos avanzar la justicia social cuando eliminamos las barreras a las que se enfrenta la gente por motivos de género, edad, raza, etnia, religión, cultura o discapacidad”.

La pretensión estratégica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es alcanzar un futuro mejor y más sostenible que implique, entre otras muchas cosas, acabar con la pobreza y reducir la desigualdad, gestionar los recursos naturales y los ecosistemas de un modo integral y sostenible.

Existe el consenso de que el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 juega un papel significativo para el logro de los otros ODS. La educación es transformadora cunado ayuda a dar forma a las condiciones para el florecimiento tanto individual como de la sociedad. La educación transformadora entiende las relaciones entre individuos como algo importante, la comprensión de los distintos valores y culturas como una clave para el aprendizaje, y contribuye al desarrollo de una participación ciudadana global crítica, democrática y activa en la sociedad.

La educación transformadora es uno de los vehículos más potentes y fiables para lograr la justicia social en particular y el desarrollo sostenible en general. Puede decirse que hay muchos problemas de justicia social cuyos resultados implícitos y emergentes provienen de la ausencia de políticas inspiradas por la educación transformadora o por la reticencia a implementar dichas políticas cuando existen. La educación transformadora desafía las formas tradicionales de contenido y sus metodologías educativas, incluyendo algunos mecanismos de financiación de la educación. La falta de voluntad política, junto a las tendencias hegemónicas de neoliberalismo y su discurso de la educación de servicio (formación instrumentalista de capital humano al servicio de la economía) continúa dominando y aislando las posibles visiones alternativas de la educación.

De este modo, los muy pobres y marginados, las mujeres y niñas, están en desventaja, no solo por la imposición de agendas globales desde arriba hacia abajo, e ideologías que dan forma a la educación en el espacio nacional, sino también por su capacidad limitada para influir la forma y el contenido de la educación y responsabilizar a escuelas y gobiernos. Resulta preocupante que, sin las comprobaciones y balances adecuados, los sistemas educativos tiendan a reproducir las desigualdades sociales. Sin embargo, abordar la justicia social a través de una educación transformadora requiere de acción a todos los niveles. Un cambio hacia una metodología que ponga el énfasis en la movilización y organización sobre el terreno y la amplificación colectiva de las voces de la sociedad civil en la educación, podría ayudar a cambiar las cosas. Uno de los mandatos de la CME es garantizar que la educación sea considerada un impulsor de la justicia social, el desarrollo sostenible y la libertad individual y colectiva. Para ello, resulta fundamental el enfoque estratégico de la CME en la educación transformadora como marco alternativo para comprender los propósitos de la educación y el modo en que puede conceptualizarse la calidad de la educación.

Para Paulo Freire y Jack Mezirow, la educación transformadora empodera a las personas para pensar de forma crítica y cuestionar el contexto social y cultural en el que se encuentran. A través del pensamiento crítico y el cuestionamiento de las presunciones tácitas que preservan las estructuras sociales injustas, los individuos logran transformación social mediante la descolonización del conocimiento, la solidaridad y el liderazgo del pensamiento reflexivo, condiciones necesarias para lograr justicia social.

Vista como habilitadora de la transformación, la educación transformadora desafía las estructuras sociales injustas y promueve el conocimiento como forma de ampliar las libertades individuales y colectivas, creando igualdad de oportunidades para todos, empoderando comunidades, promoviendo la apreciación de la diversidad, desarrollando ciudadanos activos, creando una cultura de responsabilidad colectiva, promoviendo respeto por los derechos humanos e igualdad de género, fomentando habilidades y actitudes que contribuyen a un entorno seguro y limpio, incluyendo relaciones saludables y positivas. Inspirada en el ODS4 (objetivo 4.7) sobre el papel de la educación en la promoción del desarrollo sostenible, la ciudadanía global y el respeto y la promoción de los derechos humanos, la educación transformadora contribuye enormemente en el camino hacia el logro de la justicia social.

A través de la educación transformadora se crean las condiciones necesarias para lograr una sociedad más justa en la que la vida y los derechos de todas las personas se respetan, protegen y garantizan de forma efectiva. De modo que, mientras celebramos el Día de la justicia social el 20 de febrero, debemos también animar a los legisladores a que vean la educación transformadora como un modo de lograrla.

Por Philani Ndebele, Jefe de comunicación de la CME
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La Campaña Mundial por la Educación (CME) es un movimiento de la sociedad civil cuyo objetivo es acabar con la exclusión en la educación. La educación es un derecho humano básico, y nuestra misión es asegurarnos de que los gobiernos actúen ahora para hacer realidad el derecho de todos a una educación pública, gratuita y de calidad.